domingo, 15 de agosto de 2010

El granadino Alejandro Enríquez triunfa en la novillada nocturna de Motril

La novillada nocturna de Motril dejó ver cosas muy interesantes pese a que el encierro de Gavira no colaboró en absoluto. La más importante, el triunfo del granadino Alejandro Enríquez, para quien fue la única puerta grande del festejo y, sobre todo, la constatación de que tiene mimbres más que suficientes para cuajar en un torero muy a tener en cuenta.

Lo dejó bien claro interpretando su concepto más puro frente a su noble aunque flojo primero, y lo refrendó con el que hizo quinto por la forma de resolver los problemas que le planteó la mansedumbre y brusquedad del astado, al que también cortó una oreja de ley.

Otro novillero que dejó un especial regusto fue el madrileño Javier Benjumea. Su inválido primero deslució el excelente trazo, temple y sentimiento de su faena y lo dejó sin premio porque se echó tras recetarle un pinchazo y tuvo que ser apuntillado. El cuarto fue un novillo poco propicio para exquisiteces por su falta de raza y sus embestidas a la defensiva. Tuvo el mérito de sujetarlo y de fajarse para conseguir un merecido trofeo.

El oficio de Rodríguez

El sevillano Juan Mari Rodríguez estuvo más en lidiador y tiró de oficio y entrega con un lote que no quiso candela. Especialmente meritoria la faena que logró sacarle al que cerró plaza por los arreones, parones y violencia del novillo. El uso del verduguillo le robó la oreja de este astado y la posibilidad de salir en hombros.

Fotografía y texto: Ideal.es (Lucía Rivas y María D. Martínez)

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