miércoles, 24 de marzo de 2010

El arte del trabajo que nadie ve

Pepe Moreno es, para quien no lo conozca ya, el encargado de que los aficionados disfrutemos de La Monumental de Frascuelo en perfectas condiciones en cada corrida. Enamorado de los toros hasta la médula, Pepe dedica su jornada laboral, dentro de la plaza, a que el equipo humano de más de 230 personas que lo acompaña trabaje como una piña y que el aficionado, siempre exigente, disfrute del espectáculo.

De eso mismo, del espectáculo es de lo único que no puede disfrutar “excepto cuando mi ‘Fandi’ pone las banderillas” subraya, “entonces lo dejo todo y me voy a la barrera” añade Pepe quien además de admirador es buen amigo del diestro granadino quien preside la oficina de Moreno en más de una fotografía.

Pintar los burladeros, cambiar puertas, adecentar accesos… y la documentación que todo movimiento en la plaza acarrea, son tareas encubiertas que nadie ve, pero que sin su correcto manejo no sería posible que la fiesta llegara a buen puerto. Es un sacrificio para el que no todo el mundo está preparado, “lo importante es que te guste este mundo” desvela, “yo le dedico más horas de las que debiera, pero para mí esto es mi vida” argumenta Moreno, quien de joven tuvo alguna oportunidad para ponerse al otro lado de la barrera, pero como todo en este mundillo, dependió de otros factores que algún día tendremos que desgranar.

Y aunque la jornada pueda ser intensa y agotadora, no todo es trabajo en la vida dentro de la plaza. Hay sitio para los buenos momentos. Un balón, unas porterías y el propio albero consiguen reunir más de una jornada a todo el personal y disfrutar alrededor de una paella como una gran familia. Ahí radica el secreto del buen funcionamiento, del que por cierto se muestran orgullosos desde la empresa arrendadora.

Y es que pocos podrán presumir de que un veterinario les coja el teléfono a la 1 de la madrugada. O de poder contar a los subordinados por amigos, pero es que parece, que como en el toreo, hay cosas para las que también hace falta temple, oficio y saber hacer.

Texto: César Guisado

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