domingo, 20 de diciembre de 2009

El coso 'Alhambreño': El recinto nazarí fue usado como plaza de toros desde el siglo XVI hasta comienzos del XIX


«Seis toros, seis, serán lidiados esta tarde en la monumental de la Alhambra». Este cartel bien podría haber sido el de uno de los festejos taurinos que albergó desde mediados del siglo XVI y hasta comienzos del XIX el coso habilitado en los palacios nazaríes. Las fuentes documentales de la existencia de esta plaza taurina situada en el corazón de la Alhambra son escasas, pero el investigador granadino Bruno Alcaraz ha encontrado algunos datos que hacen mención a su historia e importancia.

En el catálogo del Archivo Histórico de la Alhambra, realizado por María Angustias Moreno Olmedo, sólo hay dos documentos fechados en el siglo XVI que hacen referencia a temas taurinos. La mención más antigua a la celebración de fiestas con toros en el monumento, data del año 1563 y está relacionada con una causa judicial incoada contra varios carpinteros «por hacer en falso un andamio para la fiesta de toros, de la que habían resultado lastimadas varias personas».

«Aunque estos datos -dice Bruno Alcaraz- no son muy explicitivos, ya que el documento original desapareció antes de realizar la actual catalogación, para la cual se utilizó un registro anterior que debió estar colocado junto al original».

El otro documento habla de una queja que realizó el contador-veedor José Antonio Núñez de Prado el 12 de julio de 1804, quien a finales del año 1802 había sido expulsado por Lorenzo Velasco -uno de los oficiales de la fortaleza- del lugar que tenía reservado para él y su familia en la plaza de toros de la Alhambra junto al de la gobernadora.

Expuso en su escrito que «desde 1591 y mucho tiempo antes» y hasta fines de 1802 su familia y él ejercían sus oficios sin impedimentos y gozando de sus privilegios, entre ellos tener asiento con sus madres y mujeres en las capillas mayores del convento de San Francisco y la iglesia de Santa María, así como en las funciones públicas celebradas en el «patio redondo», como «titiriteros, toros, comedias y otras diversiones públicas». En dicho patio tenían, primero, un balcón, y en 1800, cuando se construyó una nueva plaza, se les destinó un palco exclusivo.

La jurisdicción de la Alcaldía de la Alhambra llegaba a una parte de la ciudad, y así se conoce que en el año 1803 el alcaide de la Alhambra ordenaba realizar unas obras de mantenimiento en la 'tribunica' que había ante la puerta de Elvira y en Plaza de Bib-Rambla una obra de intervención, ya que eran también lugares para celebrar corridas, juegos de tauromaquia y eventos sociales. 

Subasta pública

El alcaide de la Alhambra arrendaba anualmente en subasta pública la plaza de toros de la Alhambra, construida entera de madera, a particulares o contrataba las corridas que consideraba oportunas. Los beneficios obtenidos eran invertidos en obras de reparación de murallas, torres, techumbres y tejados.

Los arrendatarios podían organizar todo tipo de espectáculos en la plaza de toros, además de los juegos de tauromaquia, celebrándose también danzas y fiestas de bailes, títeres, comedias y diversiones, «hechos que han dejado documentos en el Archivo de la Alhambra que hacen referencia a gastos como tablados, carteles pintados, colgaduras, cintas y cordones, entre otras cosas», señaló Alcaraz.

En 1803, Francisco de Siles y Luis de Morales firmaron un contrato de temporada para el ejercicio 1803-1804, por el precio de 65.000 reales, que incluía una curiosa cláusula: «Si se suspende una función por muerte de un miembro de la Familia Real, sólo se hará cargo económico a los empresarios por el tiempo que hayan aprovechado».

Cuando la plaza de toros de la Alhambra no era arrendada para una temporada completa, la Alcaldía vendía los beneficios de las corridas que se celebrasen en fechas próximas.

Quien quisiera aprovecharse de dichos beneficios debía presentar un escrito solicitando que se le vendieran cuantas corridas estimase oportunas, incluso proponiendo las fechas adecuadas, si es que no estaban ya fijadas con anterioridad.

A menudo, los solicitantes eran particulares, que buscaban el lucro personal o ayudar a alguna causa o las hermandades de las parroquias.

Los gastos de las corridas eran cubiertos en función de las cláusulas de cada contrato, aunque solían ser los tomadores quienes se hiciesen cargo de pagar al alguacil y los músicos, los guardianes y los vaqueros, cobradores, coheteros, así como a los toreros, titiriteros, bailarines, matarifes y demás artistas contratados. 

Las cofradías

El alimento de los animales era sufragado a cuenta del Real Patrimonio, al que pertenecían los terrenos de descanso del ganado de lidia. Los gastos anotados como «extraordinarios» no se detallan, pero eran gastos puntuales, como hachones para iluminar la plaza, la compra de sogas para embolar toros, las banderillas e intervenciones poco importantes del carpintero.

El deterioro de la antigua plaza y la próxima celebración de funciones taurinas llevaron a la Alcaldía de la Alhambra a decidirse por la construcción de un nuevo ruedo, que comenzó a levantarse en mayo de 1800 y se finalizó varios meses después, aunque su estreno se hizo muy pronto, el día 8 de julio.

Antiguamente, estas fiestas taurinas de la Alhambra solían ser una vía de financiación de actos piadosos de las hermandades religiosas de Granada. En julio de 1740 realizaron una petición dos hermanas solteras vecinas de la Alhambra y mayordomas de la hermandad de María Stma de la Hiniesta, sita en el convento de San Francisco, en la que pedían licencia para correr un toro y emplear los beneficios en la confección de un vestido y un manto para la imagen de la Virgen, y ayudar a la celebración de su fiesta.

El 21 de julio de 1749 la hermandad de Jesús de la Humildad, residente en la parroquia de Santa María de la Alhambra, solicitaba poder correr varios toros con cuerda en días diferentes, para emplear el dinero obtenido en el culto y decoro de sus imágenes y fiesta. Apoyando su solicitud en el hecho de que, desde muchos años atrás, se le daba dicha licencia para atender y socorrer sus necesidades de hermandad.

La hermandad de Ánimas de la parroquial de Santa Escolástica (convento de Santo Domingo, en el barrio del Realejo) solicitó en 1785 correr en la Alhambra un toro o novillo con cuerda en la Pascua de Espíritu Santo, para obtener dinero mediante el cobro de una limosna consistente en lo que cada espectador pudiese y quisiese dar por ver la función, pero se le deniega la petición y se prohibe la entrada del toro en toda la jurisdicción de la Alhambra por ser motivo de alborotos y «ofensas a las majestades divina y humana».

A partir de 1805 las referencias a las fiestas de toros en el recinto de la Alhambra registradas en el Archivo de la Alhambra se van reduciendo y espaciando en el tiempo, y la última que aparece en catálogo está fechada en el año 1820.

Fuente: Ideal.
Autor: Juan Luís Tapia.
Esta noticia se ha reproducido por la importancia que posee para los granadinos.

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